En el artículo anterior hablábamos de por qué es importante incorporar sistemáticamente los hábitos.
Algunas veces introducir un hábito es algo entretenido, que requiere paciencia. Tanta, que podemos acabar haciendo nosotros la acción pues así vamos más deprisa, no se rompe nada, no hacemos tarde……pero está claro que así no lo aprenderán nunca. Y éste no es el trato. Con demasiada frecuencia, padres y madres, no permitimos que nuestros hijos hagan lo que son capaces de hacer (y hacerlo bien).
Cuando nuestra actitud es la de «ya lo hago yo que iré más deprisa» estamos transmiten una imagen de «tú no lo haces bien» lo que a la larga se traduce con un sentimiento de inutilidad por parte de los hijos. Con ello provocaremos que el chaval sea cada vez más dependiente e incluso los padres acabemos estando a su servicio y no siempre sin exigencias.
El proceso de crecer implica alcanzar unas habilidades concretas que las adquirimos con la práctica y es así si realmente lo hacemos nosotros mismos (y nadie lo hace por nosotros). Se trata por parte de los padres de aceptar resultados “no tan perfectos” pero que realmente hayan sido autónomos. A modo de ejemplo será siempre mejor unos zapatos no tan bien abrochados porque precisamente lo han conseguido ellos y eso les hará sentir muy satisfechos. Parecen ejemplos muy tontos pero podríamos hablar de saberse abrochar una chaqueta, mocarse, hacerse un bocadillo, prepararse la bolsa de deporte……todo lo que no ENTRENAMOS después no podemos pedirlo. No podemos pretender niños y adolescentes autónomos si durante su crecimiento les hacemos todo. Al igual que no vale decir “solo tiene que responsabilizarse de sus estudios”….¿y no hay más que pueda aprender en este crecimiento suyo? Hay muchísimas cosas que pueden hacer. Lo que necesitamos es priorizar unas cuantas, graduarlas por edad y ser sistemáticos.
No podemos empezar con diez demandas de golpe. No si queremos que la propuesta tenga éxito. Lo haremos progresivamente. Les explicaremos con palabras concretas y sencillas qué es lo que pedimos y qué esperamos de su respuesta/colaboración.
Y obviamente debemos explicar las consecuencias que aparecen cuando uno no cumple con estas responsabilidades. «Si no me he preparado la bolsa de deporte pues cuando llegue a la escuela no podré hacer EF o me pondrán una falta». Si los padres corren en la escuela con el bolso para tapar el olvido no habremos ganado nada.
Muchos de estos ejemplos son un conflicto servido cuando llegan a la adolescencia pues en este momento querríamos que fueran de todo: responsables, autónomos, consecuentes…..pero, ¿cuándo lo entrenamos esto? Está clarísimo que si no lo hacemos a medida que crecen habremos perdido un tiempo irrecuperable.